lunes, 4 de octubre de 2010
Nos mojamos pero las pasamos bárbaro
La semana pasada nos tocaron un par de días de lluvias intensas en Montreal, es decir en vez de la ocasional llovizna, llovió copiosamente sin parar. Por supuesto como siempre ocurre teníamos cosas para hacer en el centro así que como quería probar un piloto nuevo le propuse a Moni dejar el auto e ir en colectivo… ¿lógico no? en el peor día para andar a pata. Salimos con tiempo para tomar el colectivo, me puse la capucha – Moni traía su propio piloto – y esperamos bajo la lluvia torrencial y esperamos y como nunca el colectivo no pasó en horario. Descubrí que el piloto – como todo piloto – tenía un defecto… si metía las manos en el bolsillo el agua que chorreaba por las mangas entraba así que decidí cerrarlos y dejar colgar mis brazos al costado metiendo el puño adentro de la manga. Moni que estaba bajo techo en la entrada a un edificio cercano miraba desconcertada PERO yo estaba bien el piloto funcionaba de maravilla. Llegó el colectivo e hicimos el trayecto al centro parados para no mojar los asientos con todos mirando de las esquinas de sus hojos al pollo mojado que se acaba de subir PERO yo en realidad estaba seco por dentro. Hicimos un par de compras por la ciudad subterránea – como ven era realmente impostergable el viaje – y pegamos la vuelta esta vez en metro para no esperar colectivo y alentados a hacer un último trayecto a pie pensando que el piloto resistiría. Y resistió el problema es que hay una diferencia entre esperar parado bajo la lluvia y caminar… las piernas del pantalón que antes había estado protegidas bajo el piloto se asomaban por afuera con cada paso, el agua que bajaba en cascadas por el frente y dorso continuaban por el pantalón y gracias a una brisa que se levantó la capucha se me volaba a cada paso. Pero ahí caminábamos con Moni riéndonos de la más ruidosa manera a carcajadas pensando en esta la más desorganizada de nuestras salidas al día de hoy.